Templo Parroquial de San Sebastián Mártir

El templo parroquial se asienta en el solar que hasta finales del siglo XV ocupó la ermita de San Sebastián. Se erigió para suplir al primitivo templo parroquial de Santa María (actual Ermita de la Virgen), por exigencia del incremento del vecindario y del caserío.

Las obras se prolongaron a lo largo de todo el siglo XVI y la primera mitad del XVII. Las dificultades de financiación hicieron que su ejecución se dilatara tantos años, explicando también las superposición de estilos artísticos, tanto en los elementos constructivos como en el ornato del templo. En el proyecto, edificación y ornamentación de este templo participaron sucesivos maestros mayores de la catedral de Toledo, desde Alonso de Covarrubias y Hernán González de Lara, hasta Nicolás Vergara el Mozo.

El chapitel barroco del campanario, instalado en 1652, supone el colofón del programa constructivo del templo, de cuyo interior debemos destacar su impresionante artesonado mudéjar, de Juan Domínguez (1599), y su retablo mayor renacentista, obra de Diego de Aguilar y Juan de Sevilla (1623).

El templo tiene planta basilical, formada por tres naves, diferenciándose la central por su mayor anchura y altura. Dividen las naves una docena de amplios arcos de sillería de medio punto, que sustentan catorce columnas graníticas de tipo toscano, sobre basas áticas. La superficie total del templo casi alcanza los 800 m². El presbiterio se sitúa al oriente y culmina en ábside semicircular, rematado en bóveda avenerada de cuarto de esfera, precedido de crucero rectangular con cúpula gallonada, montada sobre pechinas con las figuras de los cuatro evangelistas. En el lado opuesto se ubica el coro y la torre.

Respecto a los materiales constructivos, la fábrica predominantemente es de ladrillo y mampostería, en aparejo toledano, si bien se utiliza la piedra berroqueña para algunos esquinales de los muros y los sillares de las portadas.